Estás tumbado en una superficie que actúa como una esponja de lágrimas y puedes ver un flashback. Son consistentes como las olas, pero tienen un tamaño inesperado. Quieres hacer preguntas que comienzan con 'por qué' y terminan con la sensación de haber perdido el resto de tus habilidades lingüísticas. Lo que queda es un palimpsesto de dolor.

Te tumbas allí y miras la pantalla de chat hasta que la persona más cercana aparece "en línea". Ahora esto es porque es la mayor intimidad que puedes tener.

Te tumbas allí y no recuerdas durante unos segundos hasta que caes en un sueño ligero. Descubres la sombra de un nuevo dolor y pagas enormemente por ello.

Estás tumbado en un silencio paralizante que reemplaza el dolor agudo. Los amigos ofrecen consejos y consuelo, pero no puedes escucharlos como si estuvieras separado por el cristal insonorizado de un estudio de grabación.

Te tumbas allí y piensas en qué canción se escapa de los límites y se reproduce instantáneamente para que puedas sentir el dolor a través de la parálisis. El dolor se convierte en el único indicador vivo.

Comienzas a deslizarte en el mobiliario de tu vida: rechazando nuevos encuentros, archivando risas, poniendo algo feroz en pausa. Al mirar en el espejo de la memoria, cuestionas todas las interacciones, es decir, la imaginación, nuevas voces, nuevos significados, nuevos significados. Los síntomas aparecen donde antes había alegría. En esta etapa, es todo lo que puedes hacer todo. Aún no has tenido el derecho de entrar en el vasto valle de la tristeza.

Este derecho está al otro lado de una cirugía a corazón abierto. Debes actuar con frialdad y poner la fragilidad de tus relaciones en el mar de la reflexión. Las palabras que comenzaste a usar en exceso, los artículos de ropa que representan rituales de paso en las relaciones, las aplicaciones que pensaste que no habías pensado en tu teléfono, las aventuras compartidas, nuevas recetas, viejos carteles, emoticonos secretos, registros de suscripción, toda la ciudad. Estos fragmentos rotos se vuelven más afilados y duelen con cada movimiento. Pero como el vidrio roto en el mar, se suavizan y se convierten en tokens divertidos del pasado, tesoros inofensivos de un origen lejano.

Es el momento de comenzar un nuevo párrafo, de volver a entrar, de hacerme y de realizar el milagro de soltar las cosas.

Entonces, un día, te das cuenta por primera vez de que el cielo del atardecer tiene la capacidad de respirar, y que el té recién preparado es mucho mejor que el líquido insípido que has estado bebiendo recientemente. Puede llevar horas de terapia, la adquisición inesperada de una mascota o simplemente una realización de un solo sordomudo.

Tu mente ahora se sana cada vez que se magulla, y estás listo para prepararte para la caída libre nuevamente.

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