Identidad | Racismo

Yo no habría prestado mucha atención al color de mi piel. Tal vez porque era demasiado blanca. El tono rosado es en realidad, un ligero color de cáscara de huevo o el frágil cartílago roto que se encuentra al abrir una caja, no un fuerte color marrón. Un color especial, simplemente suave y 'calificado' en la sombra de las chicas blancas. Cuando era muy pequeña, no sabía nada sobre la piel. Estaba escondida bajo una tirita que mi madre había puesto, desgarrada en el concreto.

Mi amiga y yo no sabíamos que teníamos la misma cara pálida y un cuerpo blanco majestuoso. Éramos niños. Traviesos, sucios, descuidados y, en su mayoría, bien intencionados. Corríamos riendo alrededor del patio de recreo persiguiendo a los chicos. El juego y la diversión no se basaban en la piel, sino en los nombres, creando lazos de parentesco y tribu.

Cuando "Priscilla la Nueva Chica" comenzó el segundo grado, lo más fascinante de ella era su cabello. Teníamos el cabello liso y marrón ratón, delgado. Lo llevábamos en un corte de pelo limpio o atado en dos trenzas sin imaginación con cintas verdes de la escuela. Pero el cabello de Priscilla-la-Nueva-Chica estaba adornado con 12 plumas audaces que cubrían toda su cabeza. Nunca había visto algo tan diferente y audaz. La tonta cadencia de su voz era como el sol, las palmeras y el oro...

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