¿Crees que al casarte, tu pareja entenderá automáticamente cada una de tus miradas y cada comentario sarcástico? Despierta, querido, el matrimonio no es una escuela de superpoderes, y tu otra mitad no es un maestro de la lectura de mentes por naturaleza. Los malentendidos en el matrimonio son como la sal en la comida: sin ella no se puede, pero en exceso es un desastre. Hoy, hablemos sobre las fuentes de esos malentendidos entre parejas y, de paso, te enseñaré algunos trucos para que tu pareja "se vea obligada" a entenderte. No te preocupes, intentaré hacerlo un poco divertido, después de todo, el matrimonio es un tema tan serio que puede hacerte perder el cabello.
Primero hablemos de las fuentes de los malentendidos. La mayoría de los malentendidos entre parejas comienza con la idea de "suponiendo que el otro entiende". Por ejemplo, llegas a casa del trabajo con una expresión que dice "estoy cansado como un perro", y tu pareja, emocionada, pregunta: "¿Qué vamos a cenar esta noche?" En tu mente, mil caballos de fuerza corren, pensando: ¿No es obvio mi expresión? ¿No puede ser un poco más perceptivo? Pero el problema es que tu esposo/esposa no es un actor de renombre ni un agente del FBI; en realidad, nunca aprendieron la habilidad avanzada de "deducir emociones a partir de la frecuencia de los movimientos de las cejas". Si no lo dices, realmente no lo saben. Así, el malentendido nace felizmente.

Hay otro tipo de malentendido, llamado "fallo en la traducción del lenguaje". Dices: "Estoy bien". Tu pareja realmente se lo cree, pensando que estás bien. Pero en realidad, detrás de tu "estoy bien" hay dieciocho capas de subtexto: estoy molesto, estoy cansado, necesito que me abraces y me digas algo bonito, pero preferiría que lo adivines tú mismo sin que yo tenga que decirlo. ¿Y qué pasa? Tu pareja escucha "estoy bien", felizmente sigue mirando su teléfono o jugando, sin captar tu grito interno. No es culpa de ellos, es culpa de que el lenguaje humano es demasiado impreciso. Crees que has enviado una señal clara, pero en realidad, lo que reciben es una pantalla de nieve.
Por ejemplo, con el tiempo, las parejas entran en un "modo de matrimonio de viejos", pensando que el otro debería "entenderme por naturaleza". Te gusta la comida picante, él debería recordarlo; odias lavar los platos, ella debería encargarse de eso. Lamentablemente, la mente humana no es un disco duro, no puede almacenar tantos datos. Si la semana pasada te quejaste de lavar los platos, él probablemente ya lo olvidó por completo, pensando que estás de buen humor y has perdonado la distribución desigual de las tareas del hogar. Así, tú te enojas, él está confundido, y la chispa del malentendido se aviva, convirtiéndose en una gran batalla del siglo sobre "¿por qué nunca me entiendes?".
Bien, ahora que hemos aclarado las fuentes de los malentendidos, hablemos de algo práctico: ¿cómo hacer que tu pareja te entienda mejor a través de acciones? No esperes que sea por telepatía; en el matrimonio, lo más confiable es el "método de insinuación conductual". La clave de este truco es que debes actuar como un director, convirtiendo tus necesidades en una "comedia de situaciones" que tu pareja pueda entender, y con un toque de humor, de lo contrario, podrían quedarse dormidos.
El primer truco se llama "método de actuación exagerada". Por ejemplo, si quieres que tu pareja te dé un masaje en los hombros, no digas de manera seca: "Me duelen los hombros, ayúdame". Eso es muy aburrido; tu pareja podría hacer un par de movimientos y luego irse. Debes empezar tú mismo, fingiendo que te das un masaje, y luego emitir un exagerado "¡ay, ay!" y agregar una expresión de dolor digna de un meme, pareciendo un pequeño desgraciado aplastado por la vida. Al verlo, tu pareja pensará: "Vaya, parece que realmente no puede más", y se apresurará a ayudarte. Luego, aprovechas la oportunidad para hacer un poco de puchero: "Eres el único que me hace sentir bien, yo no puedo hacerlo por mí mismo". En ese momento, tu pareja no solo entiende tu necesidad, sino que también se siente útil, lo que es un win-win.
El segundo truco se llama "método de operación inversa". Este truco es adecuado para lidiar con aquellos que son completamente inmunes a tus insinuaciones, los "tontos de hierro". Por ejemplo, si quieres que él te acompañe más a charlar, pero cada vez que llega a casa se desploma en el sofá viendo videos cortos y no te presta atención. No te preocupes, puedes hacer lo contrario, tú también agarras tu teléfono, fingiendo estar muy ocupada, y de vez en cuando emitiendo sonidos como "jajaja" o "¡ay, qué gracioso!". En menos de diez minutos, no podrá resistir la tentación de preguntar: "¿Qué estás viendo que te hace tan feliz?" Entonces, aprovechas y dices: "Oh, nada, solo quería compartirlo contigo, pero parece que estás demasiado ocupado". En ese momento, él o dejará su teléfono para charlar contigo o se verá obligado a seguir viendo, pero ya comenzará a preguntarse si se está perdiendo algo. Poco a poco, entenderá: "Oh, parece que ella quiere que pase más tiempo con ella".
El tercer truco se llama "método de apoyo con objetos". A veces, solo con actuación no es suficiente, necesitas usar algunos objetos para reforzar el efecto. Por ejemplo, si quieres que él haga más tareas del hogar, no empieces a gritar "¿por qué eres tan perezoso?", eso solo lo hará más perezoso. Puedes fingir casualmente que apoyas la escoba a su lado y luego, con una expresión inocente, decir: "Oh, ¿por qué esta escoba siempre se inclina hacia ti? ¿Acaso también siente que deberías moverte un poco?". Después de decir esto, te alejas, sin darle la oportunidad de refutar. Él mira la escoba y piensa: "O barro, o ella me va a estar molestando, mejor barro". La ventaja de este truco es que transmites tu necesidad sin herir sentimientos y, de paso, mantienes la casa limpia.
Por supuesto, solo con estos pequeños trucos no es suficiente; el gran truco en el matrimonio es el "método de entrenamiento repetido". Debes, como si entrenaras a un perrito, dar constantemente "retroalimentación positiva" a tu pareja. Por ejemplo, si un día él se anima a lavar los platos, no pongas una cara fría y digas "ya era hora", debes alabarlo rápidamente: "¡Vaya, te ves tan guapo lavando los platos, casi pensé que había un chef Michelin en casa!". Al escuchar esto, él se sentirá bien y la próxima vez podría hacerlo de forma proactiva. Con el tiempo, entenderá: "Oh, parece que a ella le gusta que haga esto, y además hay recompensa, ¡es un buen trato!". La clave de este truco es no escatimar en elogios; incluso si lo que hace no es perfecto, debes darle un "premio de participación", de lo contrario, pensará que "haga lo que haga, nadie lo aprecia", y perderá la motivación.
Hablando de esto, tal vez algunos se pregunten: ¿por qué debo ser yo quien le enseñe a entenderme? ¿No puede él mismo darse cuenta? Ah, querido, el matrimonio no es un rompecabezas perfecto que cae del cielo. La persona que elegiste puede ser buena ganando dinero, puede hacerte reír, pero no necesariamente es buena adivinando tus pensamientos. Esperar que el otro "debería entenderte por naturaleza" es como esperar que un gato te saque a pasear al perro: pura fantasía. Ya que estamos casados, debemos aceptar la realidad: la otra mitad no es un robot personalizado, su habilidad para "entenderte" debe ser entrenada poco a poco por ti.
Por supuesto, el entrenamiento no es unilateral. También debes, de vez en cuando, ponerte en el lugar del otro; su "no entender" a veces no es intencional. Por ejemplo, si tu esposo llega a casa del trabajo sin decir una palabra, puede que no sea que no quiera hablarte, sino que está tan cansado que apenas puede mantenerse en pie, ni siquiera tiene fuerzas para hablar. Si tu esposa te molesta por no recoger la habitación, puede que no sea que quiera pelear contigo, sino que es alérgica por naturaleza a un entorno desordenado. Observa más, prueba más, y poco a poco podrás entender el "manual de instrucciones" de tu pareja; en ese momento, la comprensión mutua hará que el matrimonio sea mucho más armonioso.
Déjame contarte un ejemplo divertido. Tengo un amigo que lleva cinco años casado, y su esposa siempre se queja de que no es romántico. Él dice: "¿Cómo no soy romántico? ¡Te llevo al cine cada semana!". Al final, su esposa pone los ojos en blanco: "¿Eso es ir al cine? ¡Estás yendo a dormir!". Luego, él reflexionó y decidió cambiar. Compró un ramo de flores y, como si fuera un tesoro, se lo entregó a su esposa, pero ella, con una expresión de desconfianza, le preguntó: "¿Qué hiciste? ¿Has hecho algo malo a mis espaldas?". Casi se desmaya de la ira. ¿Qué nos enseña esto? Las acciones son buenas, pero deben ir acompañadas de un "manual de instrucciones" correcto, de lo contrario, la otra persona seguirá malinterpretando.
Así que, en el matrimonio, nadie nace para entenderte, pero puedes usar acciones para convertir a tu pareja en un experto en "entenderte después". No temas ser molesto, ni te preocupes por perder la cara; entre esposos, es mejor tener un poco de piel gruesa y ser más ingeniosos, así la vida será más llevadera. Piensa en esos matrimonios de décadas, ¿no han pasado por altibajos? Ellos también pudieron haber discutido "¿por qué no me entiendes?", pero al final aprendieron a comunicarse a través de acciones. Ahora, mira qué armoniosos son, el abuelo cocina y la abuela lava los platos, ni siquiera necesitan intercambiar miradas, simplemente se complementan a la perfección.
Finalmente, un pequeño truco más, llamado "método de aviso emocional". Por ejemplo, si hoy no estás de buen humor, no te lo guardes, ni esperes que tu pareja lo descubra por sí misma. Puedes anunciar con confianza: "Hoy mi índice de felicidad es solo del 30%, así que podría enojarme, mejor ten cuidado". La ventaja de este truco es que le das a la otra persona una preparación mental y evitas que se sienta confundida y pise un terreno peligroso. Al escuchar esto, puede que te responda con una sonrisa: "¡Entonces me alejaré un poco!". Pero en realidad, ya está pensando: "Hmm, ella no está de buen humor, debo hacer algo para animarla". ¿No es eso lo que querías lograr?
El matrimonio, en pocas palabras, es una competencia de "entrenamiento mutuo" a largo plazo. Tú lo entrenas a él, él te entrena a ti, y poco a poco se entienden. No te quedes pensando "¿por qué no me entiende?", sino más bien "¿cómo puedo hacer que me entienda?". Usa un poco de humor, un poco de astucia y un poco de paciencia, y algún día descubrirás que tu pareja no solo te entiende, sino que también se apresura a entenderte. En ese momento, podrás decir con orgullo: "Mira, esta persona la he entrenado yo mismo". En cuanto al proceso, puede ser agotador, pero también hay mucha diversión, después de todo, ¿quién no disfruta ver cómo su "obra" se vuelve más inteligente día a día?