¿Por qué son las proteínas tan importantes y sensibles para los riñones?

Las proteínas son elementos básicos que componen las células y órganos del cuerpo humano, encargándose de múltiples tareas vitales como la construcción de músculos, la síntesis de enzimas y hormonas, y el mantenimiento de la función inmunológica. Sin embargo, tras su descomposición en el organismo, las proteínas generan desechos metabólicos como amoníaco, urea y creatinina, que deben ser filtrados y eliminados por los riñones.

Para las personas sanas, la carga metabólica tras la ingesta de proteínas no representa una amenaza. Pero para los pacientes con enfermedad renal crónica, especialmente aquellos en etapas 3 o superiores, la función de filtración glomerular disminuye, lo que impide la eliminación oportuna de los desechos metabólicos, elevando los niveles de nitrógeno ureico en sangre y provocando reacciones tóxicas. En este caso, el consumo excesivo de proteínas puede acelerar el desgaste de las unidades renales y empeorar la enfermedad.

Por lo tanto, la estrategia de "restricción de proteínas" tiene como objetivo aliviar la presión de filtración en los riñones y retrasar la progresión de la enfermedad. Especialmente en la enfermedad renal crónica en etapas tempranas y medias sin diálisis, reducir razonablemente la ingesta de proteínas se ha convertido en un consenso basado en evidencia. Sin embargo, limitar no significa rechazar completamente; la clave está en el control dual de la "calidad" y la "cantidad".

Restricción de la ingesta de proteínas: ¿cuánto es adecuado?

Según las "Guías de tratamiento nutricional para enfermedades renales" (KDOQI) y el "Consenso de expertos en gestión dietética de enfermedades renales en China", la ingesta de proteínas en pacientes con enfermedad renal crónica debe dividirse finamente según la etapa de la enfermedad.

Etapa no dialítica de la ERC (etapas 3-5): se recomienda una ingesta diaria de proteínas de 0.6-0.8 gramos por kilogramo de peso corporal, preferiblemente proteínas de alta calidad (es decir, de alta biodisponibilidad y con todos los aminoácidos esenciales).

Pacientes en diálisis: dado que la diálisis elimina parte de las proteínas y aminoácidos, se requiere un aumento en la ingesta, recomendándose una cantidad de 1.0-1.2 gramos por kilogramo de peso corporal.

Pacientes con síndrome nefrótico: cuando hay una pérdida significativa de proteínas en la orina, se debe evaluar el balance de nitrógeno total para evitar que la "restricción de proteínas" se convierta en "desnutrición".

Por ejemplo, un paciente de 60 kg en etapa 3 de ERC debería controlar su ingesta de proteínas entre 36 y 48 gramos al día, lo que equivale aproximadamente a un huevo (6 gramos), una taza de leche (8 gramos), 100 gramos de pechuga de pollo (22 gramos) y 50 gramos de tofu (6 gramos).

Sin embargo, es importante tener en cuenta que una restricción demasiado "rígida" de proteínas puede llevar a la pérdida de masa muscular, disminución de la inmunidad y desnutrición, lo que puede ser perjudicial para el tratamiento. Por lo tanto, la gestión de proteínas debe ajustarse dinámicamente bajo la guía de un nutricionista profesional según los indicadores de salud.

¿Son las proteínas vegetales más adecuadas para los pacientes con enfermedades renales?

La opinión tradicional considera que las proteínas animales son "proteínas de alta calidad", mientras que las proteínas vegetales son vistas como una opción inferior debido a su composición incompleta de aminoácidos y baja tasa de digestión y absorción. Sin embargo, investigaciones recientes han encontrado que las proteínas vegetales no necesariamente son una desventaja para los pacientes con enfermedades renales, e incluso pueden ser más adecuadas en ciertas etapas.

Las posibles ventajas de las proteínas vegetales incluyen:

Menos productos de desecho: las proteínas vegetales de legumbres y granos enteros generan una carga de nitrógeno más ligera en comparación con las proteínas animales, lo que ayuda a reducir la presión metabólica en los riñones.

Carga ácida más baja: las proteínas animales aumentan la carga ácida en los riñones, lo que puede llevar a acidosis metabólica, mientras que las proteínas vegetales pueden amortiguar este fenómeno.

Ricas en fibra dietética: los alimentos ricos en proteínas vegetales (como la soja, la quinoa y los guisantes) suelen contener grandes cantidades de fibra, lo que mejora la microbiota intestinal y reduce la producción de toxinas urinarias.

Sin embargo, las proteínas vegetales también presentan el problema de una baja biodisponibilidad; algunos productos de soja, como el tofu y el "pollo" vegetariano, aunque tienen un alto contenido de proteínas, pueden tener un contenido de sodio elevado. Además, algunas fuentes de proteínas vegetales (como las espinacas y las legumbres) tienen un contenido de fósforo no despreciable, por lo que se debe evaluar el riesgo de ingesta en función de los niveles de fósforo en sangre.

En general, para los pacientes con ERC en etapa no dialítica y con alta carga de nitrógeno ureico, aumentar adecuadamente la proporción de proteínas vegetales y reducir la de proteínas animales (por ejemplo, 3:2 o 4:1) puede ayudar a controlar la enfermedad. Para aquellos en etapa de diálisis o con pérdida significativa de proteínas, aún se requiere una ingesta adecuada de proteínas animales para asegurar el suministro nutricional.

¿Cómo elegir y controlar las proteínas animales?

Las proteínas animales son consideradas de alta calidad porque contienen todos los aminoácidos esenciales que el cuerpo no puede sintetizar, y su tasa de absorción es mucho mayor que la de las proteínas vegetales. Sin embargo, para los pacientes con enfermedades renales, se deben evitar las fuentes de proteínas animales ricas en purinas, fósforo y grasas.

Las fuentes de proteínas animales recomendadas incluyen:

Huevos: especialmente la clara, que es rica en proteínas de fácil absorción, baja en grasa, y el colesterol se concentra en la yema.

Pechuga de pollo sin piel, carne de cerdo magra: bajas en grasa y de alta calidad proteica, adecuadas para métodos de cocción al vapor o hervidos que reducen la carga adicional.

Pescados de agua dulce: como el pez carpa y el pez herbívoro, que tienen un contenido de grasa relativamente bajo en comparación con los pescados de mar, y son ricos en proteínas de alta calidad y ácidos grasos omega-3.

Fuentes de proteínas animales que se deben reducir o evitar incluyen:

Órganos animales, carnes rojas (como carne de res y cordero): ricas en purinas y fósforo, pueden aumentar la carga metabólica en los riñones.

Carnes procesadas: como jamón, salchichas y tocino, que contienen grandes cantidades de sodio y aditivos fosfatados, son un asesino silencioso para los pacientes con enfermedad renal crónica.

Queso y productos lácteos altos en grasa: aunque son ricos en proteínas, tienen un alto contenido de grasas saturadas y sodio, por lo que se deben consumir con precaución.

Al controlar la cantidad total, también es importante prestar atención a "qué comer" y "cómo comer". Utilizar métodos de cocción a baja temperatura, al vapor o guisados, reduce la desnaturalización y oxidación de las proteínas, disminuyendo la presión sobre los riñones, lo cual es una técnica culinaria importante en la dieta para enfermedades renales.

¿La combinación de la dieta determina el efecto del metabolismo de las proteínas?

El metabolismo de las proteínas no solo está relacionado con la cantidad consumida, sino que también está estrechamente vinculado a la combinación general de la dieta. Si la ingesta de proteínas carece de carbohidratos y grasas que la acompañen, puede llevar a una reacción de "usar proteínas como azúcar" en el cuerpo, aumentando la carga de nitrógeno y siendo perjudicial para los riñones.

Los pacientes con enfermedades renales deben seguir los siguientes puntos al combinar su dieta:

Carbohidratos como base: los alimentos principales deben ser suficientes, como arroz integral, batatas y quinoa, siendo los carbohidratos complejos preferibles a los refinados.

Grasas en moderación: se pueden elegir fuentes de ácidos grasos insaturados como el aceite de oliva y el aceite de linaza, que mejoran el apetito y ayudan a combatir la inflamación.

Comer en varias ocasiones: las proteínas pueden distribuirse en tres comidas y dos refrigerios, no excediendo los 15 gramos por vez, lo que facilita la digestión y absorción.

Suplementar con vitaminas del grupo B: las enzimas clave involucradas en el metabolismo de las proteínas dependen de las vitaminas B, como la B6 y el ácido fólico, lo cual no debe ser ignorado.

Un buen entorno para el metabolismo de las proteínas no solo puede aliviar la presión sobre los riñones, sino que también puede aumentar la tasa de utilización de las proteínas, reduciendo el desperdicio y la acumulación de toxinas, lo que es especialmente importante durante períodos de fluctuación de la enfermedad.

Análisis de casos: efectos reales de la intervención con proteínas vegetales

Caso 1: Tía Li, 65 años, ERC etapa 3

Al principio, seguía una dieta tradicional, consumiendo aproximadamente 50 gramos de proteínas al día, de los cuales el 70% eran de origen animal. Seis meses después, los niveles de creatinina en sangre aumentaron, y el médico sugirió ajustar la ingesta a 40 gramos de proteínas al día, con una proporción de 4:1 de proteínas vegetales a animales, reemplazando los carbohidratos por quinoa y arroz integral, y centrando las fuentes de proteínas en tofu y lentejas. Tres meses después, en el control, la creatinina se mantuvo estable, el peso no mostró fluctuaciones significativas y la sensación de fatiga se alivió notablemente.

Caso 2: Señor Huang, paciente en diálisis, con preferencia por productos de soja

Durante mucho tiempo, utilizó productos de soja como su principal fuente de proteínas, alcanzando la ingesta recomendada, pero los niveles de albúmina en sangre se mantuvieron bajos, con una leve pérdida de masa muscular. El nutricionista sugirió aumentar la proporción de huevos y pescado, elevando la ingesta diaria de proteínas a 1.2 gramos por kilogramo. Dos meses después, los niveles de albúmina mejoraron y la energía aumentó.

Estos dos casos demuestran que las estrategias de proteínas varían según la etapa de la enfermedad renal. En la etapa no dialítica, es adecuado centrarse en las proteínas vegetales, mientras que en la etapa de diálisis es necesario equilibrar calidad y cantidad.

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