¿Por qué se necesita un apoyo nutricional especial en el tratamiento del cáncer?

El proceso de tratamiento del cáncer impacta al cuerpo de manera integral, no solo destruyendo el tejido tumoral, sino también causando daño a las células normales, alteraciones en el metabolismo y fluctuaciones en el sistema inmunológico. Especialmente durante la quimioterapia y radioterapia, los efectos secundarios comunes como la pérdida de apetito, náuseas, úlceras bucales y diarrea afectan directamente la ingesta y absorción de alimentos.

En este momento, la nutrición no solo es una necesidad básica para "mantener la vida", sino que también asume las siguientes tareas clave:

Mantener el metabolismo basal y la función inmunológica: asegurar que el cuerpo tenga la capacidad de enfrentar el estrés del tratamiento y reparar las células.

Prevenir la pérdida de peso y la pérdida de masa muscular: la caquexia es un estado crítico común, y la intervención nutricional temprana puede ayudar a retrasarla.

Mejorar la tolerancia y efectividad del tratamiento: los estudios muestran que un buen estado nutricional ayuda a aumentar la tasa de finalización de la quimioterapia y radioterapia.

Reducir el riesgo de infecciones y complicaciones: cuando hay desnutrición, la función de las células inmunitarias disminuye y la tasa de infecciones aumenta significativamente.

Por lo tanto, el apoyo nutricional no es simplemente "comer bien" o "comer mucho", sino que se basa en el tipo de tratamiento (cirugía, radioterapia, quimioterapia, inmunoterapia, etc.) y la condición individual, formulando estrategias de intervención detalladas.

“Aumentar la inmunidad” no puede depender solo de suplementos

“Comer buenos suplementos para aumentar la inmunidad”, esta es la primera reacción de muchos familiares ante la nutrición contra el cáncer. Ginseng, hongo cordyceps, nido de golondrina, aleta de tiburón, leche, sopa... se sirven en la mesa, un tazón tras otro, con la esperanza de que la "alta nutrición" ahuyente la enfermedad. Pero la lógica detrás de esto a menudo presenta dos grandes malentendidos.

Malentendido uno: ¿suplementos = aumento de la inmunidad?

De hecho, los llamados "suplementos" a menudo son ricos en grasas, colesterol o proteínas, y no necesariamente son adecuados para todos los pacientes. Algunas hierbas chinas como el cordyceps y el cuerno de ciervo tienen efectos de regulación inmunológica en la población, pero carecen de evidencia clínica que respalde su uso generalizado durante el tratamiento del cáncer. Más importante aún, algunos "suplementos" pueden estimular los estrógenos o interferir con el metabolismo de los medicamentos.

Malentendido dos: ¿si se puede comer, hay que comer mucho?

Muchos familiares sostienen la opinión de que "poder comer es una bendición", pero durante el tratamiento, el estado metabólico del paciente es anormal, y consumir demasiadas grasas y proteínas no necesariamente se absorberá de manera efectiva, sino que puede causar carga gastrointestinal. Por ejemplo, algunos pacientes beben grandes cantidades de sopa de pollo durante la quimioterapia, lo que agrava las náuseas o causa diarrea grasa; algunos utilizan suplementos de alta caloría durante la inmunoterapia, lo que provoca reacciones inflamatorias relacionadas con la inmunidad.

La clave para aumentar la inmunidad no radica en "comer caro o suplementos", sino en establecer un equilibrio nutricional general, una dieta tolerable y evitar riesgos alimentarios. Lo que realmente puede apoyar el sistema inmunológico es una cantidad adecuada de proteínas de alta calidad, vitaminas y minerales en cantidades adecuadas, componentes antioxidantes, así como un ritmo dietético razonable.

Requisitos específicos de la dieta según el tipo de tratamiento

Los métodos de tratamiento del cáncer son diversos, y diferentes enfoques tienen diferentes énfasis en la ingesta nutricional. A continuación se presentan ideas de ajuste dietético bajo métodos de tratamiento comunes:

Período de tratamiento quirúrgico

Preparación preoperatoria: mantener un buen estado nutricional ayuda a la recuperación postoperatoria, se incrementa la necesidad de proteínas, se recomienda aumentar la ingesta de pescado, huevos y productos de soja.

Período de recuperación postoperatoria: si involucra el sistema gastrointestinal (como la resección de cáncer de estómago o cirugía de cáncer de intestino), se debe adoptar un sistema de comidas fraccionadas, comer en pequeñas cantidades y una dieta de textura suave, evitando alimentos difíciles de digerir y picantes.

Período de radioterapia

Efectos secundarios comunes: úlceras bucales, dificultad para tragar, disminución del apetito. En este momento, se pueden consumir alimentos suaves, de bajo estímulo y de alta densidad energética, como huevos al vapor, leche de soja tibia, y gachas finas.

Cuidado bucal simultáneo: evitar alimentos ácidos y picantes, proteger el entorno de reparación de las mucosas.

Período de quimioterapia

Problemas principales: náuseas, vómitos, alteraciones del gusto, estreñimiento o diarrea. Se recomienda consumir alimentos ligeros y fáciles de digerir, comer en pequeñas cantidades y con frecuencia, e ingerir alimentos tibios y no grasos como sopas, verduras hervidas y carbohidratos suaves.

Evitar "comer en exceso antes del tratamiento": muchos pacientes comen en exceso antes del tratamiento para "almacenar nutrientes", lo que en realidad agrava la indigestión una vez que comienza la quimioterapia.

Período de tratamiento inmunológico/dirigido

Prestar atención a las reacciones relacionadas con la inmunidad: como diarrea, aumento de enzimas hepáticas, se debe prestar especial atención a la presión de desintoxicación del hígado y controlar la ingesta total de proteínas.

Evitar interferencias de suplementos: algunos componentes activos de origen vegetal como los ginsenósidos y los extractos de té verde pueden interferir con las rutas de metabolismo de los medicamentos.

Como se puede ver, las estrategias dietéticas en diferentes etapas del tratamiento deben ser "detalladas y diferenciadas", evitando generalizaciones y no simplificando "aumentar la inmunidad" a "suplementos excesivos".

Principios y recomendaciones básicas para la selección de ingredientes

La dieta durante el tratamiento enfatiza la "densidad nutricional" en lugar de "alimentos exóticos". Los siguientes principios ayudan a construir una estructura de ingredientes adecuada para el período de lucha contra el cáncer:

Proteínas de alta calidad

Se recomiendan fuentes de proteínas fáciles de digerir como pescado, huevos, carne de ave y tofu, evitando carnes rojas fritas y productos cárnicos procesados. Los huevos (especialmente la yema) son ricos en colina, lo que ayuda a la reparación del metabolismo hepático.

Ejemplos de consumo: flan de huevo, gachas de salmón, pechuga de pollo al vapor, sopa de tofu con cebollino.

Verduras bajas en grasa y altas en fibra

Las verduras de hoja verde proporcionan ácido fólico, antioxidantes y fibra dietética, pero deben ajustarse según la tolerancia gastrointestinal, preferiblemente al vapor, con poco aceite y sin condimentos picantes.

Ejemplos de consumo: espinacas al vapor, brócoli salteado, gachas de calabaza, costillas estofadas con zanahoria.

Carbohidratos complejos y granos enteros

Evitar azúcares refinados y carbohidratos de alto IG (como pan blanco, postres), basándose en arroz integral, mijo y quinoa para garantizar una liberación de energía estable.

Ejemplos de consumo: arroz integral, gachas de mijo y ñame, arroz de frijoles rojos y quinoa.

Frutas en cantidades adecuadas

Elegir frutas bajas en azúcar y ricas en antioxidantes, como arándanos, pomelos y manzanas. Evitar jugos y frutas enlatadas, ya que el contenido de azúcar está demasiado concentrado.

Ejemplos de consumo: puré de manzana, dados de kiwi, ensalada de pitaya.

Control de aceite, sal y azúcar

Demasiados condimentos no solo aumentan la carga sobre los riñones y el hígado, sino que también afectan el apetito y la función digestiva. La cocción debe centrarse en al vapor, estofado y sopas.

Análisis de casos: comer bien es más importante que comer mucho

Caso uno: Tía Lin, en el período de radioterapia post-cáncer de pulmón

La tía Lin tiene cerca de 60 años, es delgada, y después de la cirugía, su familia insistió en "hacer sopa todos los días", incluso sirviendo nido de golondrina y aleta de tiburón. Pero poco después, comenzó a tener distensión abdominal y pérdida de apetito, con un aumento en las enzimas hepáticas. El médico sugirió suspender la "sopa nutritiva" y cambiar a comidas en pequeñas cantidades y líquidas tibias, como flan de huevo, gachas de calabaza y leche de soja tibia; un mes después, su energía se recuperó gradualmente y su peso aumentó de manera estable.

Caso dos: Sr. Liu, en el período de tratamiento dirigido para cáncer de hígado

Debido a los efectos secundarios que causaron sequedad bucal, amargor y estreñimiento severo, el Sr. Liu intentó regular su cuerpo con miel, goji y vino medicinal, lo que resultó en fluctuaciones severas en la función hepática. Después de la intervención de un nutricionista, se reorganizó su estructura dietética, eliminando todos los suplementos y alimentos medicinales innecesarios, eligiendo ingredientes suaves y fáciles de digerir como calabaza, polvo de loto, sopa de oreja de madera y tofu, y los indicadores de función hepática se recuperaron gradualmente, permitiendo que el tratamiento continuara.

Estos dos casos demuestran claramente: durante el tratamiento, "comer bien" es mucho más importante que "comer mucho", y la "nutrición alimentaria" no es apilar suplementos, sino una intervención científica basada en la comprensión del estado del cuerpo.

El papel de los familiares: cuidado científico en lugar de alimentación emocional

En el tratamiento del cáncer, la psicología de los familiares a menudo es más ansiosa, expresando amor y apoyo con "come un poco más" o "toma un suplemento". Sin embargo, esta alimentación emocional puede pasar por alto el apetito, la capacidad digestiva y la situación clínica real del paciente.

Las acciones positivas que los familiares pueden desempeñar incluyen:

Ayudar al nutricionista a elaborar un plan dietético personalizado

Prestar atención a la seguridad e higiene de los ingredientes, evitando infecciones cruzadas

Entender las fluctuaciones en el apetito del paciente, evitando la alimentación forzada

Crear un buen ambiente para las comidas, aliviando la resistencia emocional del paciente

Registrar la ingesta diaria, cambios de peso, estado digestivo y otros datos, facilitando la evaluación del equipo médico sobre la efectividad de la intervención

El tratamiento del cáncer no es una lucha en solitario, y la intervención dietética no es una estrategia a corto plazo. En este proceso, la colaboración entre el paciente, los familiares, los nutricionistas y los médicos es clave para mejorar la efectividad del tratamiento, reducir complicaciones y prolongar la calidad de vida.

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