Arabia Saudita es un reino islámico que fue fundado en la década de 1930 por Abdul Lazid An Saudi y desde entonces la doctrina conservadora se ha convertido en la guía para todos los aspectos de la vida. Desde la forma en que la gente se viste y se comunica hasta cómo funciona la sociedad. Todo está moldeado por las interpretaciones estrictas de la ley islámica. En ella, se enfatiza la obediencia absoluta a las reglas religiosas y esto crea una sociedad donde la tradición y el conservadurismo juegan un papel dominante.

En ese contexto, el papel de las mujeres está severamente limitado. Se espera que se concentren en cuidar de la familia, educar a los hijos y permanecer en el espacio privado del hogar, evitando aparecer demasiado en público. Uno de los símbolos más evidentes de esta limitación es el sistema de tutela. Según este, una mujer, sin importar su edad, ya sea joven o anciana, necesita el consentimiento de un hombre de la familia, generalmente el padre, esposo, hermano o incluso el hijo, para tomar decisiones importantes como casarse, estudiar en el extranjero, buscar empleo o incluso ir al médico.

El sistema de tutela proviene de la interpretación conservadora de la ley islámica que sostiene que los hombres son responsables de proteger y controlar a las mujeres para mantener el honor de la familia. En una sociedad así, que una mujer conduzca no solo se considera manejar un vehículo, sino que también se ve como un acto revolucionario. Conducir significa que las mujeres pueden moverse libremente, salir de su casa sin la supervisión de un hombre. Y esto se considera una amenaza directa al orden social tradicional del islam.

Pero lo sorprendente es que si revisas el código de tráfico de Arabia Saudita antes de 2018, no encontrarás ninguna línea que prohíba explícitamente a las mujeres conducir. Esto significa que es una regulación no escrita. No hay ningún texto legal oficial que lo estipule. Sin embargo, en la práctica, aunque las mujeres obtengan una licencia de conducir, no se les otorgará un permiso de conducir. Las autoridades, desde la policía de tráfico hasta las oficinas de licencias, simplemente se niegan a procesar las solicitudes de las mujeres. Si una mujer se atreve a sentarse detrás del volante y conducir en la carretera, puede ser arrestada de inmediato, multada, se le puede confiscar el vehículo o incluso ser detenida. En algunos casos, también enfrentan castigos de la familia o de la comunidad, como ser prohibidas de salir de casa o ser criticadas públicamente.

La razón oficial que el gobierno islámico y los conservadores dan para justificar la prohibición de que las mujeres conduzcan es que causan caos social. Argumentan que si se permite a las mujeres moverse libremente, tendrán más oportunidades de salir y relacionarse con extraños, lo que podría llevar a comportamientos que no se ajustan a los estándares de moralidad. Es un argumento absurdo. Algunos clérigos conservadores incluso citan razones religiosas, afirmando que permitir que las mujeres conduzcan va en contra de los valores islámicos. Pero si consultas el Corán o los textos más importantes del islam, verás que no hay ningún pasaje que prohíba a las mujeres conducir.

De hecho, si miramos más allá, en los primeros tiempos del islam, alrededor del siglo VII, las mujeres montaban camellos y participaban en actividades comunitarias como el comercio o incluso en combates. *** Entonces, ¿por qué la prohibición sigue existiendo? La respuesta radica en cómo los clérigos conservadores interpretan la religión para consolidar el poder y mantener el orden social en una dirección que les beneficia. La prohibición de conducir, aunque no esté codificada en la ley, se ha convertido en una herramienta para controlar la libertad de las mujeres, manteniéndolas dentro de los límites de una sociedad patriarcal. Ahora profundicemos en los argumentos que los conservadores utilizan para defender la prohibición. Algunas razones son tan absurdas que solo te hacen querer reír por su creatividad incomprensible.

Por ejemplo, un clérigo famoso afirmó que las mujeres conducir puede perjudicar su salud, específicamente dañando esa parte y afectando su capacidad reproductiva. Por supuesto, no hay ninguna evidencia científica que respalde esta afirmación, pero tales declaraciones se difunden ampliamente para reforzar la idea de que las mujeres no deberían conducir. Algunos incluso van más allá, argumentando que conducir haría que las mujeres sean más vulnerables a las tentaciones del mundo exterior. Sostienen que si las mujeres tienen libertad de movimiento, podrían encontrarse con hombres extraños, lo que podría llevar a la infidelidad o a comportamientos inmorales.

Incluso hay opiniones que afirman que permitir que las mujeres conduzcan aumentará la tasa de divorcios, la prostitución o romperá la familia tradicional islámica. Suena como un guion de ciencia ficción, ¿verdad? Pero los clérigos conservadores todavía creen en ello. Además, algunos afirman rotundamente que las mujeres no son lo suficientemente competentes para conducir. Argumentan que las mujeres no son lo suficientemente calmadas, no tienen las habilidades necesarias y se distraen fácilmente al enfrentar situaciones de tráfico complejas. Pero si miras a otros países donde se permite a las mujeres conducir, verás que la tasa de accidentes de tráfico entre mujeres no es más alta que la de los hombres. De hecho, un estudio incluso muestra que las mujeres suelen conducir con más precaución.

Estas razones, aunque parecen absurdas para nosotros, se utilizan de manera muy seria en Arabia Saudita antes de 2018. Y lo triste es que estos argumentos no solo provienen de clérigos conservadores, sino que a veces también son apoyados por una parte de la población, incluidas las mismas mujeres, porque están demasiado acostumbradas a vivir en una sociedad donde los valores tradicionales son primordiales. A pesar de enfrentar estrictas limitaciones, las mujeres saudíes no se han resignado; desde la década de 1990 han surgido movimientos de resistencia inspiradores, marcando el inicio de la lucha por el derecho a conducir.

Uno de los eventos más destacados ocurrió a finales de 1990 cuando 47 mujeres en la capital, Riad, decidieron desafiar la prohibición conduciendo juntas por las calles. Condujeron en caravana, atrayendo la atención tanto de la población como de los medios de comunicación. Sin embargo, el precio que pagaron fue muy alto. Todas fueron arrestadas, se les confiscó el pasaporte, se les prohibió viajar y muchas perdieron sus empleos o fueron marginadas por la sociedad. A pesar de ello, su acción generó una ola de apoyo, sentando las bases para los movimientos posteriores y atrayendo la atención de la comunidad internacional. En la década de 2010, el movimiento de resistencia se organizó de manera más estructurada. Además de los esfuerzos de las mujeres locales, la presión internacional también jugó un papel importante en impulsar el cambio.

Arabia Saudita es uno de los países más ricos del mundo, con enormes reservas de petróleo, y se preocupa mucho por su imagen en el escenario internacional. Cuando el mundo entero criticó la prohibición de conducir como anticuada y discriminatoria, comenzaron a sentir una presión creciente. Un momento especialmente notable ocurrió en 2015 cuando Arabia Saudita fue elegida para el comité de derechos de las mujeres de las Naciones Unidas. Esta decisión generó una gran controversia, con muchas personas preguntándose cómo un país que hasta ese momento aún prohibía a las mujeres conducir podía representar los derechos de las mujeres en el mundo.

Estas críticas llevaron al gobierno saudí a enfrentar la vergüenza a nivel mundial y los obligaron a reconsiderar sus políticas. Y el cambio más significativo llegó en 2017 cuando el príncipe Mohamed Bin Salman se convirtió en la figura más poderosa del reino. Él presentó el programa Visión 2030, un ambicioso plan para modernizar Arabia Saudita, reducir la dependencia del petróleo y hacer que el país se integre más con el mundo. Una parte importante de este plan es fomentar la participación de las mujeres en la fuerza laboral. Antes, solo alrededor de 1 de cada 5 mujeres podía trabajar, una cifra muy baja en comparación con los países desarrollados.

Para alcanzar los objetivos económicos, se dieron cuenta de que era necesario otorgar a las mujeres más derechos y permitir que condujeran era un paso esencial. Si las mujeres no pueden moverse por sí mismas hacia el trabajo, ¿cómo pueden contribuir a la economía? Y así, después de décadas de lucha, finalmente llegó el hito histórico. En junio de 2018, las mujeres en Arabia Saudita fueron oficialmente autorizadas a conducir. Ese día, el mundo entero fue testigo de imágenes conmovedoras. Las primeras mujeres saudíes al volante conduciendo por las calles.

Muchas de ellas no pudieron ocultar su alegría, incluso lloraron al manejar por sí solas. Las escuelas de manejo para mujeres comenzaron a abrir. Decenas de miles de mujeres se inscribieron para obtener licencias. Así que las mujeres finalmente pudieron sentarse detrás del volante. Esto tiene un gran significado. Un avance en la lucha por la igualdad de género en Arabia Saudita. Cuando las mujeres pueden moverse libremente, tienen más oportunidades de estudiar, trabajar, participar en actividades sociales y convertirse en una parte activa de la comunidad.

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