Si se dice que la ciudad de Cantón es un rollo de tinta china que se despliega lentamente, entonces el Parque Liuhua es sin duda un toque de verde claro y fresco en él. A diferencia de la bulliciosa ostentación de otros parques, siempre reposa tranquilamente en la esquina oeste, pareciendo una pantalla tallada en marfil en el dormitorio de una señorita de Xiguan, sutil y suave. La "Casa Blanca" en el parque es aún más singular, ese pequeño edificio de estilo occidental de color blanco lechoso se erige entre la sombra verde, contrastando con los pabellones de estilo chino a su alrededor, convirtiéndose en un recuerdo colectivo único para nuestra generación de cantoneses. Como una chica que nació y creció en esta ciudad, el Parque Liuhua ha sido testigo de muchos momentos de mi vida, desde ser una niña con trenzas hasta convertirme en madre.

En un día de primavera durante la secundaria, nuestra clase fue al Parque Liuhua para una reunión de la Liga de la Juventud. En ese momento, era joven y no me interesaban las reuniones, solo pensaba que era bueno poder escapar del aula. El maestro nos llevó a través de un sendero frondoso hasta una pequeña isla en el parque. La isla no era grande, pero los árboles eran muy exuberantes, y la luz del sol se filtraba a través de las hojas, proyectando sombras moteadas. Nos sentamos en un banco de piedra, escuchando al maestro hablar. Él también era un auténtico cantones, con un profundo amor por esta tierra. Nos contó que en 1958, la ciudad de Cantón movilizó a los ciudadanos para participar en trabajos voluntarios para transformar las zonas de pantano y construir cuatro lagos artificiales, incluido el Parque Liuhua (Luhua, Dongshan, Liwan y Liuhua), que combinan funciones de almacenamiento y prevención de inundaciones con recreación. El Parque Liuhua solía ser el "Jardín de Primavera Fragante" del período de la Dinastía Nan Han, donde la elegancia se ha desvanecido con la lluvia y el viento, y ahora se ha convertido en un lugar de descanso para el pueblo. Dijo que la ciudad de Cantón ha sido así durante miles de años, con dinastías que vienen y van, pero la vida del pueblo sigue igual, disfrutando del té y las flores, viviendo con tranquilidad. En ese momento, era joven y no entendía bien esta historia, solo sentía que el maestro hablaba con una expresión solemne, como si estuviera revelando un gran secreto. La brisa sobre la superficie del lago traía la frescura del agua y las plantas, y yo miraba en secreto los pequeños botes que flotaban en el lago, con la mente ya volando lejos.

Años después, formé una familia y tuve un hijo. Cuando mi hijo tenía poco más de dos años, lo llevé al Parque Liuhua a jugar. Ese día el sol brillaba, y el agua del lago reflejaba destellos dorados. Mi hijo señalaba la bicicleta de agua en el lago, balbuceando que quería montar. Alquilé una, lo coloqué en el pequeño asiento frente a mí y pedaleé lentamente hacia el centro del lago. En la superficie del lago solo estábamos nosotros en una bicicleta, todo estaba en silencio, solo se oía el sonido del agua y el canto ocasional de los pájaros. Mi hijo estaba emocionado, moviendo las manos y señalando las ondas del agua, riendo a carcajadas. Yo pedaleaba mientras miraba su carita sonrojada, llena de la simple alegría de ser madre.

Ahora, al recordarlo, no puedo evitar sentir miedo. ¿Cómo fui tan audaz en ese momento? En el lago solo estábamos nosotros en una bicicleta, y si algo salía mal, no había nadie alrededor para pedir ayuda. Mi hijo era tan pequeño, y yo no sabía nadar, realmente era muy arriesgado. Pero en ese momento no pensé en nada, solo sentía la brisa primaveral en mi rostro, el sol cálido, y la risa de mi hijo sonaba como campanillas, como si solo quedáramos nosotros dos en ese vasto cielo y agua, flotando suavemente. Quizás así es la vida, en el momento solo se siente la felicidad, y el peligro se deja para que uno lo tema más tarde.

El Parque Liuhua también es un famoso lugar para citas en Cantón. Cuando era joven, a menudo veía a parejas caminando de la mano junto al lago, o escondiéndose bajo la sombra de los árboles susurrando. Al caer la tarde, cuando las luces brillaban, el parque se llenaba de muchas parejas. Algunos se sentaban juntos en un banco, otros alquilaban pequeños botes para susurrar en el lago. En ese tiempo, el amor era simple y sutil, no como los jóvenes de hoy que son más abiertos, pero esa dulzura era la misma. También tuve citas allí, pero con el paso de los años, el rostro de la otra persona se ha desvanecido, solo recuerdo la luz de la luna de esa noche brillando sobre la superficie del lago, como plata rota, y las suaves risas y conversaciones con la persona a mi lado.

Hoy en día, el Parque Liuhua es más limpio y hermoso que antes, con muchas más instalaciones, pero su esencia tranquila y serena no ha cambiado. Cada vez que regreso, siempre veo a personas de diferentes edades encontrando su propia diversión allí: los ancianos siguen cantando y jugando ajedrez, los niños corren y juegan, y las parejas se acurrucan y susurran. Los botes navegan por la superficie del lago, ya no como en aquellos días en que solo había una bicicleta flotando sola.

El tiempo pasa, la ciudad cambia, pero el Parque Liuhua sigue allí, siendo testigo de las alegrías y tristezas de generaciones de cantoneses. No es tan ostentoso como esos lugares turísticos famosos, pero se ha integrado profundamente en la memoria de la vida de los cantoneses. Para mí, no es solo un parque, sino un álbum de fotos pesado, que registra esos momentos ordinarios pero preciosos de mi vida: la confusión de la juventud, la alegría de formar una familia, y esos amores juveniles que ya se han desvanecido. Cada vez que camino por su sendero arbolado, parece que aún puedo escuchar el eco del tiempo, ver a la joven yo con una coleta, caminando lentamente desde las sombras de los árboles.

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